Carlos Saura es conocido como director de cine, claro. Pero también es escritor y fotógrafo. Quizás sea justo decir que es más que un fotógrafo. Es un director de cine obsesionado por la fotografía.
En la década del 60, durante el festival de Cannes, conoció personalmente a su maestro: Luis Buñuel, gran genio el cine español y hombre perseguido por la dictadura franquista.
En esta emotiva carta, Saura le habla a Buñuel de la importancia de la fotografía en su vida. La asocia al paso del tiempo. Y habla de capturar la vida como esa vieja -e inalcanzable- quimera del cine.
Lee el actor Jorge Marrale.
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Nos comemos el tiempo, Luis. Lo devoramos insaciablemente; tan veloz pasa todo que cuando nos damos cuenta ya no estamos aquí.
Procuramos sorprender el instante, conservar el recuerdo, una imagen soñada, tránsfuga de no se sabe qué aquelarre…
La frase bíblica que dice que nuestra vida es un relámpago, una centella, un flash diría un fotógrafo… No deja de ser eminentemente cinematográfica. Un flash y otro flash y otro flash…
Y otra pregunta tonta, inútil seguramente: ¿Puede ese relámpago de lucidez, que a veces es la vida, transmitirse? ¿Puede la vida, una historia que se cuenta, transmitirse en una síntesis de imágenes vertiginosas que de alguna manera conforman nuestro más completo álbum familiar?
Me gustaría decirte cuánto me inquietan esas imágenes, ese sueño terrible de carne que se desplaza, carnaza sin vida, carne muerta… Y esas irrupciones de personajes ocasionales que aparecen y desaparecen para contarnos cualquier historia infantil: el pasillo de la casa materna, la luz amarillenta, los armarios llenos de misterios, las luminosas puertas del final de un corredor…
Lo hemos soñado juntos, seguramente… ¿o acaso es verdad lo del “ruido de los pensamientos” que decían los místicos? "
Carlos Saura