La francesa Anaïs Nin se ganaba la vida escribiendo relatos eróticos para un cliente anónimo, que se hacía llamar "El Coleccionista". Le cobraba un dólar por página. Un día, el hombre la llamó. “Por favor, menos poesía. Sea más específica”, le pidió. “¿Pero hay quién puede haber gozado alguna vez leyendo una descripción clínica? ¿No sabe el viejo que las palabras pueden llevar los colores y los sonidos hasta la carne?” escribió Nin en unos de sus diarios. Asqueada por los pedidos de "El Coleccionista", le escribió esta carta detallando sus argumentos. Lee la actriz Rocío Villarreal.