En Italia, el país del Papa, el aborto es legal desde 1978. La aprobación de la ley estuvo precedida por innumerables debates en torno al tema. Y fuertes presiones por parte de la Iglesia católica. Tres años antes de la aprobación del Parlamento italiano, el periódico Corriere della Sera abrió sus páginas para que el tema fuera discutido por intelectuales. Uno de ellos, el escritor Claudio Magris, hizo uno titulado “Los ingenuos”, en el que se mostraba en contra de la interrupción del embarazo. Italo Calvino, colega y amigo, salió a contestarle. ¿Puede una carta ser un brillante ensayo argumentativo y, a la vez, una carta de ruptura de un amigo? Sí, claro. Si el que escribe tiene el talento y la claridad del autor de “Las ciudades invisibles”. Lee el actor Arturo Bonín.
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Estimado profesor Magris:
Me ha decepcionado mucho leer su artículo. Me lastimó en demasía que usted lo hubiera escrito y enterarme de que usted piensa así. Traer a un niño al mundo tiene sentido sólo si el niño es deseado consciente y libremente por sus padres. De otro modo, se trata simplemente de comportamiento animal y criminal. Un ser humano se convierte en humano no sólo por la convergencia causal de ciertas condiciones biológicas, sino a través del acto de voluntad y amor de otras personas. Si este no es el caso, la humanidad se convierte -lo cual ya ocurre- en lo más parecido a una madriguera de conejos. Una madriguera constreñida a las condiciones de artificialidad en las que existe, con luz artificial y alimentos químicos.
Sólo aquellas personas que están convencidas al cien por cien de poseer la capacidad moral y física no sólo de mantener a un hijo sino de acogerlo y amarlo, tienen derecho a procrear. De no ser el caso, deben primeramente hacer todo lo posible para no concebir y si conciben, el aborto no representa sólo una triste necesidad sino una decisión altamente moral que debe ser tomada con completa libertad de conciencia. No entiendo cómo puedes asociar la idea del aborto con el concepto de hedonismo o de la buena vida. El aborto es un hecho espeluznante.
En el aborto la persona que es vulnerada física y moralmente es la mujer. También para cualquier hombre con conciencia cada aborto es un dilema moral que deja una marca, pero ciertamente aquí el destino de una mujer se encuentra en una situación desproporcionada de desigualdad con el hombre, y cada hombre debería morderse la lengua tres veces antes de hablar de estas cosas.
Justo en el momento en que intentamos hacer menos bárbara una situación en la cual la mujer está verdaderamente aterrada, un intelectual usa su autoridad para que esa mujer permanezca en este infierno. Déjame decirte que eres verdaderamente responsable, por decir lo mínimo. Yo no me burlaría tanto de las "medidas de higiene profiláctica", ciertamente nunca te has sometido a rasgarte el vientre. Pero me encantaría ver tu cara si te forzaran a una operación en la mugre y sin los recursos que hay en los hospitales.
Lamento que tal divergencia de opiniones en estas cuestiones éticas básicas haya interrumpido nuestra amistad.
Italo Calvino.