Violeta Parra fue una figura clave en la música popular chilena. No sólo por su obra, que tiene varios himnos. Sino también por su tarea como recopiladora del cancionero de la cordillera. Se la definía con muchas palabras: áspera, tierna, indomable y feroz sobre todo en su sentido del humor. Alguien alguna vez dijo que Violeta fue una mujer incómoda con su tiempo.
Estas dos cartas están dirigidas a su amante Gilbert Favre, un músico y antropólogo suizo, al que conoció después de la muerte de su hija. Lee la actriz Paula Fernández Mbarak.
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Gilbertito:
Tengo frío; son las nueve de la mañana. Todas las mañanas tiemblo de frío. Cayó nieve y no hay sol, el frío penetra en mis huesos y en mi alma. Me falta Gilbertito.
La casa está llena de flojos que duermen y comen. Yo soy débil y no resisto el peso de tanta gente. Tú eres mío y me ayudas con tu cariño. Pronto salgo a la calle más sola que nunca y volveré con más frío y más triste. Así he vivido años, fría muy fría y sola.
Los meses contigo fueron más buenos que malos. Tú me quieres y me comprendes. Ven. Ya veremos cómo se arreglan las cosas entre los dos. Si tú me olvidas será terrible. Si yo te olvido, peor. Si estamos juntos se puede salvar algo del todo. Es una tontería que no estés en casa. Es fea la casa sin ti.
Yo no quiero recibir comida nada más que una vez al día. De repente, no comeré más. Tengo una rabia con todo, Trabajo poco. Se fue la alegría, se fue por el desierto. La casa de madera está llorando. No tiene sentimiento la guitarra. Estar separados escomo estar muertos.
Un día me canso y salgo a vivir. He estado muerta años de años. Esclava del trabajo y del país. ¡Ven, te digo! después iremos juntos por el mar y el desierto. La lluvia será dulce. ¿Qué hago sin tus manos feas? No tengo a nadie. Tú tienes a Vitervo. Que venga contigo. Quiero preparar un asado para él. ¡Vengan! les digo.
¿Te quiere la celosa? No la celosa. Es ridículo llamarme celosa. Yo que puedo volar por meses en otros montes. Celosa la que vive al pie del árbol, para beber su sombra, su fruto, su música, su forma. Yo estoy lejos de mi árbol. Caminar no lo veo, no lo oigo reír, otros ojos te ven, otros oyen tu risa. Otros los que reciben tu eternal buenos días. Los que ven cómo inclinas tu cabeza en la vida. Cómo alargas la mano cuando mezclas y pintas, cómo suben tus piernas ataúdes tranvías. Cómo llevas el pan a tu boca encendida. Cómo al horno le entregas el calor de sus chispas. Cómo das a tu sopa su sabor de sandía. Yo no tengo siquiera ni el cabello que dejas en el peine caído. Nada tengo de tí, fuera de una promesa que palpita en el aire, sin risa ni soportes, sin amarras, sin bordes, sin contornos, sin motor, que mantenga su figura deforme.
Bueno, entonces, no le llames celosa a la pájara ausente, que de valle a montaña,va cantando sus celos. Y el motivo que llora, conviviente esqueleto, con el alma en su cuerpo, con su carne y su pelo, estás más lejos que el demonio y el viento.
La verdad es que tengo la mirada en el suelo. Cállate mujer tonta y no pierdas tu tiempo. Por llenar el papel, olvidaste el almuerzo, por hacer estas letras traducidas al verso, se te han ido las horas para mundos inciertos. Cállate tonta grande, qué diría la gente si supiera las cosas que envenenan tu seso.
Te quiere
Violeta