Axel y Valentín se conectan a la Matrix y se clavan un montón de agujas de acupuntura para chequear si así pueden ver el futuro. Hablan de trompetas imaginarias en las que se gastaron fortuna, contestan preguntas y charlan sobre ciudades del primer mundo con monedas mucho más estables. Hacían que reían, pero por adentro lloraban y se abrazaban a su osito de peluche.