Las historias de Castromán son siempre una incitación al vértigo: desenfreno, excesos, violencia, transformaciones, muerte. Con La cuarta dimensión del signo, el autor intensifica ese universo narrativo que viene construyendo libro a libro.
Un profesor universitario de Semiótica obsesionado con el desarrollo de una hipótesis que pretende trascender las teorías clásicas del signo.
Una mujer fascinada con las puertas blindadas que fabrica y comercializa la empresa para la que trabaja.
Algo sale mal, lo cotidiano manifiesta su reverso inesperado, y activa un periplo de venganza, asesinatos y acción que derrumban lo previsible.