Es probable que todo el mundo haya sentido ira en algún momento. Mientras que algunas personas se enfadan más a menudo que otras y tienen arrebatos regulares e intensos, otras tienden a reprimir sus sentimientos y luego explotan o estallan sin previo aviso.
La ira es una emoción humana básica y una respuesta natural a situaciones que escapan a nuestro control. Hay muchas cosas que pueden desencadenar o contribuir a la ira, como las acciones de otro individuo, un acontecimiento, la tensión, las expectativas no cumplidas, el sentimiento de dolor, el desprecio, la humillación, la vergüenza, los celos y la pena.
Dependiendo de cómo se trate y se exprese, la ira puede ser favorable o perjudicial. Tiene efectos favorables cuando los sentimientos de ira te ayudan a abordar un asunto o tema contigo mismo o con otra persona y a corregir la situación.
Manejar la ira de forma positiva te permite relativizar las emociones dañinas. Cuando quieras desahogarte, te sientas frustrado o angustiado, existen métodos constructivos para canalizar tu ira, como escuchar música o ir al gimnasio. Estos métodos se utilizan con frecuencia en el tratamiento de los trastornos de la ira.