Idea Vilariño fue una poeta, ensayista y crítica literaria nacida en Uruguay. Formó parte de la Generación del 45, un grupo de intelectuales entre los que estaba Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti, entre otros.
Con Onetti tuvo un amor sufrido. Y con Benedetti una entrañable amistad. A este último le escribe esta carta diciéndole que su último libro no le gustó. Da sus razones y luego las cuestiona. Le declara su amor de amiga. Y piensa en voz alta sobre el gozo, el misterio y la precisión de la poesía.
Vilariño murió en abril de 2009, unas semanas antes que su querido amigo. Lee la actriz Paula Rojo.
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Espero que a esta altura ya haya quedado atrás toda tu historia de piedras y cesáreas. Te debo carta desde que te fuiste. Pero la cosa era que se trataba de una carta difícil. Porque te dije entonces que te escribiría sobre tu libro, y no sé cómo decirte que no me gustó. No es eso exactamente. Tal vez si empezara por el principio.
La cosa es que estamos en polos opuestos (¿o todos los polos son opuestos?). No sé si te acordás de mi libro No. “Inútil decir más. Nombrar alcanza”. Y en eso ando hace tiempo, cada vez más, prohibiéndome —y no necesitando— explicar, desarrollar.
Si ese hermoso heptasílabo de tu libro se me hubiera ocurrido a mí, ese verso sería el poema. Lo hubiera metido, así desnudo en el No, sin más. Está lleno de contenidos, no es necesario decir más. Explicarlo parece un procedimiento prosaico, le quita profundidad. Y tenés muchos versos así, hermosos y llenos de contenido.
Lo mismo digo de los dos versos finales de “Cartas de amor” o de los cuatro finales de “El mar”. En ambos casos allí está todo el poema. Pero… Tengo por ahí cantidad de papeles con cuatro o cinco versos cada uno y cuando a alguien se le ocurre editarme un nuevo libro me avergüenza entregar, y aún mostrar, esas breves nadas.
Pero tengo como claras dos o tres cosas: que un poema debe decir una sola cosa, que no debe explicar, desarrollar, definir ¿estaré tan segura?, que debe quedar en la memoria. Y sin embargo. Sin embargo, amo y conservo en la memoria poemas largos y explicativos. Entonces, qué estoy diciendo. Mejor será que no envíe esta carta.
Ya sé que no hay recetas; ya sé que el éxito universal de tus poemas —y de todo lo tuyo— hace que cualquier objeción que pueda hacerte sea por lo menos impertinente. Simplemente estoy queriendo decirte por qué no me “gustó” este libro tuyo. Creo que el anterior me gustó mucho y que te escribí al respecto. Tengo que releerlo para ver por qué me gustó tanto. También me pareció excelentísimo (no sé si te lo dije) el de ensayos. De manera que no me hagas mucho caso. Tengo un problema con este libro, y te lo digo.
No quería dejar de escribirte y a la vez no podía dejar de decirte lo que pensaba. Siempre lo hicimos así, aunque tú has sido tanto más generoso y delicado con mis cosas. Sabés, supongo, que sos un gran tipo. Salen unos ensayitos míos —prologuitos, notas—, creo que muy mediocres, y podrás vengarte con toda razón de mis impertinencias. Un abrazo, y cariños para Luz.