Aunque la tristeza se apodere de nuestros corazones siempre seremos capaces de superar cualquier problema. No importa qué tan grave sea la situación, no podemos permitir que nuestra tristeza nos amargue y nos haga malas personas.
La luz que alumbra en nuestro interior jamás se apagará y aunque a veces se haga pequeña, la confianza en nosotros mismos puede reavivarla para hacer que de ella nazca una inmensa hoguera que ilumine nuestras vidas y las vidas de quienes nos rodean.
Es muy fácil sentirse triste y derrotado, pero es mucho más satisfactorio resurgir con nuevas fuerzas, aprendiendo a reconocer el lado positivo de las cosas porque siempre hay una salida.
Debemos buscar dentro de nosotros nuestras mayores facultades para que ellas se conviertan en nuestra “Armadura Dorada”, esa fortaleza que vive dentro de nosotros y que nos impulsa a superar cualquier dificultad que se nos presente.