Algunas veces las personas tóxicas son parte de nuestra propia familia, pero eso no significa que debamos tolerar actitudes irrespetuosas o hirientes solo porque compartimos con ellos un vínculo sanguíneo. Descubrir que las personas que se dicen nuestra familia son las mismas que nos sabotean, juzgan o reprimen, puede ser muy doloroso, pero es necesario confrontarlas y aprender a ponerles límites.