"Imbuidos de afán de no dejar morir el bagaje de la imaginación africana, de la imaginación negra, de la imaginación que no sale de leer ni escribir, Amalialú y yo nos encontramos. Es seguro que los cuentos del Chocó no son africanos, son chocoanos, pero, aunque en algo del fondo, sí lo son. También son africanos. Son negros. Son nuestros". Por Arnoldo Palacios