Uno por por ciento de inspiración y 99 por ciento de transpiración. Ese era el componente del éxito, según Thomas Edison. El protagonista de nuestra carta aprendió la lección muy bien. Es nada menos que el Fran salvador Dalí. Le escribe a su amigo Federico García Lorca. Lo hace en el medio de un breve descanso. Esta inmerso en su obra trabaja mañana tarde y noche. Está obsesionado porque las olas de sus cuadros sean idénticas a las del mar. Hay retazos de un genio, sí, pero en el cuerpo de tipo que trabaja como un animal. Lee el actor Miguel Jordan.
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Cadaqués, septiembre, 1926.
Querido Federico:
Te escribo lleno de una gran serenidad y de tu santa calma; verás: ya hace un poco de mal tiempo en este bendito septiembre, llueve, hace viento, ancla un barco en el puerto; eso hace sentir más el interior, y los ruidos suaves de los trabajos suaves y quietos en los interiores ...
Mi hermana cose ropa blanca a mi lado cerca de la ventana, en la cocina se hacen confituras y se habla de pone uvas a secar; yo he pintado toda la tarde, siete olas duras y frías como son las del
mar. Mañana pintaré siete más; estoy tranquilo porque las he pintado bien, además cada vez el mar se parece más al que yo pinto.
Resulta también que San Sebastián es el patrón de Cadaqués, ¿te acuerdas de la ermita de San Sebastián en la montaña de Peni? Pero dejo eso y voy a contestarte tu carta de situaciones, como ¡viejos! amigos que ya somos. Tú no harás oposiciones a nada, convence a tu padre que te deje vivir tranquilamente sin esas preocupaciones de aseguramientos de porvenir, trabajo, esfuerzo
personal y demás cosas. Publica tus libros. Eso te puede dar fama… América, etc, con un nombre real y no legendario como ahora, todo Dios te estrenará lo que hagas.
Yo sueño en irme a Bruselas para copiar a los holandeses en el museo; mi
padre está contento del proyecto ... ¿Venir a Granada? No te quiero engañar,
no puedo; por Navidad pienso hacer mi exposición en Barcelona, que será algo
gordo; hijo, tengo que trabajar esos meses como ahora, todo el santo día sin pensar en nada más. ¡Tú no puedes darte cuenta de cómo me he entregado a mis cuadros, con qué cariño pinto mis ventanas abiertas al mar con rocas, mis cestas de pan, mis niñas cosiendo, mis peces, mis, cielos como esculturas!
Adiós, te quiero mucho, algún día volveremos a vemos, ¡qué bien lo
pasaremos!
Escribe. Adiós, adiós. Me voy a mis cuadros de mi corazón.