Esta semana incluye crónicas de Ángeles Alemandi, Josefina Licitra, José Playo, Andrés Rebagliati, Zambayonny y Hernán Casciari.
Empezamos inaugurando un relato en cuatro partes, y también a cuatro manos. La periodista Ángeles Alemandi y nuestra editora Josefina Licitra mantuvieron un largo intercambio de correos. Buscaban un tema para una posible crónica narrativa pero, gradualmente, ya van a ver, la exploración fue virando hacia un extremo inesperado. Este inicio se llama Las cartas de Thelma y Louise, primera parte
https://revistaorsai.com/cartas_thelma_louise_1/ y vamos a ser testigos de la íntima construcción de un relato inesperado. Háganme caso: va a haber sorpresas.
Más cosas: poco después de una operación que le quitó la sensibilidad de gran parte del cuerpo, José Playo estuvo a un pelo de morir. En este bellísimo texto, que se llama Palabras póstumas para el hombre que me salvó la vida
https://revistaorsai.com/un-agradecimiento-al-hombre-que-me-salvo-la-vida/, el autor rinde homenaje a su tío «el Eduardo», un viejo, curtido y sabio galeno que, ya retirado de su profesión, se avispó mucho antes que todos sus colegas médicos y salvó la vida a nuestro escritor cordobés preferido.
El joven narrador Andrés Rebagliati nos envió este relato por mail. Nos gustó y decidimos publicarlo. Así de simple. La crónica se llama Noticias de un secuestro
https://revistaorsai.com/el-testigo-involuntario/ y se trata de un muchacho que camina por la calle cuando un policía de civil le pide identificación. El muchacho duda porque el policía, en realidad, parece un potencial secuestrador y entonces decide correr. Obviamente, escapar a toda velocidad es la peor decisión que podía haber tomado.
Como saben, cada quince días Zambayonny nos trae actualidad en verso. La de hoy se llama El circo se va del pueblo
https://revistaorsai.com/el-circo-se-va-del-pueblo/ y quizás, no sé, pueda ser una metáfora de alguna coyuntura. La historia es simple: después de una sucesión de funciones malogradas, un circo desarma la carpa y abandona el lugar con más pena que gloria. ¿Les suena de algo? Por las dudas que no, lean y escuchen.
Para cerrar, un cuento mío que nace de una vieja noticia frívola que me encantó. Hace un tiempo se conoció la historia de un perro, en Córdoba, en Villa Carlos Paz, que dormía todas las noches en el cementerio, al lado de la tumba de su dueño. Este animal se hizo famoso en todo el mundo después de un documental que realizó la televisión francesa. Entonces un día me pregunté: «¿Qué pensará ese perro al lado de la tumba de su dueño? ¿Por qué estará realmente allí?». La respuesta, en esta historia que titulé Nunca supe que se llamaba Guzmán
https://revistaorsai.com/nunca-supe-que-se-llamaba-guzman/.Amigos y amigas. Bienvenidos a Orsai. Yo me sigo mordiendo el labio para aguantarme las ganas de contarles ciertas novedades que nos van a hacer muy felices a todos. Pero mantengamos la calma (esto me lo estoy diciendo a mí), porque la ansiedad es mala consejera.
Por el momento, esto sigue siendo Orsai digital.
¡Pero qué ganas tengo de soltar la lengua!
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