Mucho antes de que hubiera comisiones de búsqueda de desaparecidos, el marido de Natalia desapareció en Guerrero. Con tres hijos, buscó los medios para criarlos con la esperanza de hallar a su esposo y de salir adelante. Años más tarde, Natalia se enfrentó a los cobros por derecho de piso en su negocio de gelatinas y postres. Encontró solo una salida: dejar Guerrero y buscar un futuro en Estados Unidos. Esta es la historia de Natalia en Tijuana, la antesala para miles de desplazados por la violencia en México.