Hacia no ser el centro
de gravedad
de nadie.
Un deseo de amar:
no de inclinarse
hacia otro, y caer,
sino sentir dentro de uno
una barra de acero
flexible, vertical,
que corra paralela a la columna
pero más larga,
que permita estirarse;
un trampolín solemne, vertical
que le deje al espíritu
lanzarse hacia el espacio.
Traducción: Ezequiel Zaidenwerg