Las madres desvían la mirada. Queda sobrentendido que la escuela no considera propio de una madre el lesbianismo.
Alicia se echa a llorar.
—Nos besamos un poco. Nada más. No hemos hecho daño a nadie. No volveré a hablar con ella siquiera. ¡Por favor! No lo incluya en mi expediente, por favor.
—Valoro esa confesión —dice la señora Gibson—, pero lo que no comprendo es por qué antepusieron sus deseos egoístas a su espíritu maternal.
La soledad es una forma de narcisismo. Una madre en armonía con su hijo, que entiende cuál es su lugar en la vida del niño y su papel en la sociedad, nunca se siente sola. Al cuidar de su hijo, todas sus necesidades quedan satisfechas.