Dios llama y espera, llama y espera, mil veces y mil veces mil, es incansable, es persistente y sutil y además no le vale cualquier respuesta, esta debe ser sincera, libre y consecuente. Pero para complicarse aún más las cosas, no ha elegido llamar a los perfectos, ni a los mejores, ni siquiera a los “buenos”. Se ha empeñado en buscar entre lo más difícil y cuanto más complicado se lo ponemos mayor es su empeño. No hay más que ver la panda que eligió Jesús como Apóstoles para darse cuenta de que Dios no busca a los perfectos, había cobardes, impulsivos y con genio, arrogantes e incluso un traidor