Wendy Guerra

No quiero, no debo, no puedo someterme a una refinación. Fui educada por mi abuela y mi madre; ellas evitaron a toda costa que fuera víctima del gregarismo, la vulgaridad, los malos modales. Éramos la realeza negra en el exilio blanco.

Nadie va a refinarme. Esto soy yo, éste es mi color y ésta es mi alma. Azúcar prieta, descendiente de una negra de nación.

Aquí lo normal es crecer sin padre, pero criarse sin madre es complicado. Mi abuela y mi madre han sido escudo y puente, por eso hoy soy fuerte y no me rajo.

Por mi parte, creo que el origen del racismo es económico. Pienso que a eso se le han mezclado elementos sexuales pero que son secundarios, que la verdadera segregación racial es la segregación económica

Voy a echar de menos esto: a abuela, los danzones, los baños de canela con miel, las recetas para aliviarnos..., aún no me he ido y ya estoy extrañando.

Debo descansar de Cuba. El socialismo tropical no es malo ni bueno, es incómodo.

Los parisinos están ocupados en primera persona, los cubanos estamos ocupados en plural.

«A caballo regalao no se le mira el colmillo.» Emigrar significa también aceptar, permitir, bajar la cabeza y tratar de avanzar anulando el yo para volverse parte.

Siempre somos dos y tres personas en un mismo cuerpo, con tantas dudas como años. Cada cultura trae sus supersticiones e inseguridades, pero vivir es un riesgo. Nirvana, ya, para, detente; debes ser tú y escucharte. Estás sana, eres una mujer fuerte. Ven aquí, descansa. No pidas lo que ya tienes. La diosa eres tú, mi niña.

El miedo aquí toma otras dimensiones, empiezas culpándote por tu pasado para no culpar a tu raptor.