Ser realista implica aceptar que hay algo dado y que, por consiguiente, nos antecede. Justo por ello, nos sirve de criterio para la acción, tanto si pensamos que lo antecedente es una naturaleza sin origen como si ella tiene un origen divino. Frente a este modo de pensar se alza la exacerbación de la idea de libertad humana, la cual es considerada superior a cualquier donación originaria.