Ámame.
Sea tu ternura mi camino más florido hacia el encuentro del principio de la historia. ¿De qué estoy hecho, alma mía, si no es de ti? Apareciste en las flores más recónditas, más tersas, como tú misma. Ellas te nombraban en suaves agitaciones, casi imperceptibles. El viento descifraba entonces los olores de los sonidos de tu nombre. Mágica, celestial, milagros, divina.