Si cada miembro de la comunidad sabe que, después de algunas horas de trabajo productivo, tendrá derecho a todos los placeres que procura la civilización, a los goces profundos que la Ciencia y el Arte dan a quienes los cultivan, no irá a vender su fuerza de trabajo por un poco de comida; nadie se ofrecerá para enriquecer a ese Rotschild. Sus monedas serán pedazos de metal, útiles para diversos usos, pero incapaces de multiplicarse