No acecha la lechuza por los campanarios
ni ulula el tecolote ni el chillido
del murciélago tienta los contornos de la sombra.
Bullen las ratas,
45 millones de ratas
que plagan la ciudad. No te confíes:
de noche en los oscuros
lejos de la calle
cualquier protuberancia
del concreto, cualquier basura
amotinada o algún calzón
en el piso cubierto de lodo
son sospechosos de ser una rata.
Antes de cruzar los callejones
de faroles tuertos,
aplaude, zapatea,
aunque la gente piense que estás loco.
Las ratas se espantan con el ruido.