Muchos pensarían que aquellos, este y otros acontecimientos son desgracias, como la pérdida de un empleo o la quiebra de un negocio, una enfermedad, el embargo de la casa de mis padres, problemas económicos, una ruptura o la muerte de un ser querido, pero al final, siendo desgracias, todas estas situaciones que forman parte de la vida de cualquiera de nosotros nos permiten prepararnos para lo que venga, si viene; y la adversidad, como diría Séneca, es una oportunidad para la virtud.