Orar implica cambiar de perspectiva y tomar empuje para actuar bajo la luz que se ha recibido: «Lo que he visto estando junto al Padre, de eso hablo» (Jn 8,38). Orar es abrirse para ver y escuchar al mismo tiempo, dos modos de recibir, de dejarse impregnar, para poder configurarse desde la raíz de modo que el actuar proceda de Él.