Soporte
Imagino el brassière semienterrado, pesando el lodo húmedo del orbe. Como de aurora el cielo, como de alambre el árbol. Si lo hubiera llevado en el bolsillo resistiendo monedas, abrochado en la pierna conteniendo la sangre, de antifaz que tolera las miradas. Lejos el aire sube los motores. La tela vibra hojas y gusanos. En un cuarto el reloj se adorna con los brazos de las horas. Suben y bajan y suben y bajan todo el tiempo los brazos. En la silla hay un suéter entibiando el respaldo