Alec acabó la última postal y Magnus fue a cogerla, pero dejó caer la mano. Leyó lo que Alec había escrito y sonrió, encantado y sorprendido.
En la postal para su hermana, Alec había puesto: «Ojalá estuvieras aquí. Aunque, en realidad, no». Lanzó una mínima sonrisita a Magnus.