Lois Duncan

A veces me pregunto si soy real.
—Eres real, ¿vale? —le respondió Kit—. Todas lo somos. Pero ¿por cuánto tiempo? Tenemos que salir de este sitio lo antes posible

Sinceramente, Ruth —dijo Sandy, asombrada—, la verdad es que pienso que estás disfrutando con esto. No parece molestarte en absoluto

Pero no eres tú la que los está comprendiendo —objetó Kit—. ¡Es otra persona, que trabaja a través de tu mente

No del todo —dijo Ruth—. Esa es la diferencia entre nuestras situaciones. Tú sientes que están utilizándote como un vehículo. No entiendes la música que llega a través de ti, sino que simplemente fluye a través de ti, de forma mecánica, como Sandy con su poesía. Pero en mi caso, soy capaz, sólo un poco, de comenzar a captar el significado del conocimiento que llega a través de mí

Entonces ¿no hay ninguna personalidad propiamente dicha que entre en tu conciencia? —preguntó Kit—. ¿Como nos ocurre a Sandy y a mí?
—No que yo sea consciente —le explicó—. Creo que tal vez lo que esté recibiendo sea un acervo de conocimiento de distintas mentes. A lo mejor hay cientos de matemáticos y científicos vertiendo en mi cabeza sus teorías e ideas acumuladas, y si puedo recibirlo, manejarlo bien y finalmente llegar a en

El sueño la esperaba detrás de la puerta como una niebla que lo abarcaba todo. En cuanto entrara en su cuarto, le invadiría una fuerte somnolencia, casi como si le hubieran administrado una pastilla para dormir, y se le cerrarían los ojos antes de llegar a la cama

De alguna manera, ante su desesperada pena por la pérdida de su familia, el señor Brewer había conseguido traer de vuelta a la esposa de cara dulce y a los hijos que retozaban. Había cerrado sus puertas al mundo exterior y había continuado viviendo con las almas de su familia igual que si hubieran estado con él en cuerpo

¿Se ha ido? —Kit sintió una súbita ola de esperanza—. ¿Eres libre?
—No. Oh, no. Lo que pasa es que ha sido sustituida. A este nuevo… no lo veo como veía a Ellis, pero está ahí. Noto que entra en mi mente, y es como humo, espeso, gris y sucio.
—¿Te dijo quién era?
—No me dice nada. No me habla a mí, sino que habla a través de mí. Habla una lengua extranjera. No le entiendo

Deberíamos haber supuesto —dijo Kit— que habría otros. Ruth nos dijo que eso era lo que le sucedía a ella desde el principio, que había un montón de gente vertiendo sus ideas en ella. Yo también lo percibí la noche que me desperté en la sala de música. Entonces no fue sólo una voz, sino muchas, todas intentando usarme como si fuera una especie de posesión comunitaria.
—Pero ¿por qué? Bueno, ¿por qué ahora, cuando al principio sólo fue una?
—A lo mejor ahora el camino se ha abierto más y pueden pasar todos.

Entonces, ¿esto puede ir a peor? ¿Que vengan cada vez más, se amontonen en nuestras mentes y aparten nuestros pensamientos hasta que no quede nada de nosotras?