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Katherine Arden

  • Edhas quotedlast year
    A Iván II lo llamaban Iván Krasni o Iván el Justo. Ya no era joven, pues debía de tener unos treinta años,
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Anna Ivánovna, jamás te librarás de los demonios si vas por ahí buscándolos. ¿Qué buena cristiana haría semejante cosa?
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    A la pequeña Irina todos la consideraban una belleza. Vasia trataba de no pensar en eso
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Nos matará a todos —contestó la rusalka con voz suave y sin apartar la mirada de su presa—. Ya ha empezado. Si él sigue así, morirán todos los guardianes del bosque; vendrá la tormenta y la tierra quedará indefensa. ¿Es que no lo has visto? Primero es el miedo, después el fuego y luego las hambrunas. Él les metió el miedo en el cuerpo a los del pueblo; después hubo incendios y ahora el sol lo chamusca todo. Cuando llegue el frío, pasaréis hambre. El rey del invierno está débil y su hermano, cada vez más cerca. Si los guardianes sucumben, vendrá. Y cualquier cosa es mejor que eso. —Le temblaba la voz de la intensa emoción—. Será mejor que me lo lleve ahora.
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Debéis dejar vuestras costumbres bárbaras. Debéis volver a Dios, arrepentidos y temerosos. Eres la hija de un buen señor cristiano, y tu madre se volverá loca si no exorcizamos los demonios de su hogar. Vasilisa Petrovna, mírame. Arrepiéntete
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Yo acudo a la liturgia, padre —contestó—. Anna Ivánovna no es mi madre y su locura no es asunto mío. Igual que mi alma no lo es vuestro. Me parece que ya nos las apañábamos antes de vuestra llegada y, aunque rezábamos menos, también llorábamos menos
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Hacedme caso, bátiushka. Rezad por los muertos, consolad a los enfermos y a mi madrastra. Pero dejadme en paz, o la próxima vez que alguno de ellos vaya a por vos, no moveré un dedo para impedírselo
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Vasia no tenía ni idea, pero aun así levantó el objeto para que lo viese su madrastra. Era la cruz de madera del clérigo, con los dos brazos extendidos tallados en madera sedosa de pino. La contempló con cierto asombro.
    «¿Qué es esto, sacerdote? ¿Una advertencia? ¿Una disculpa? ¿Un desafío
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Es una mujer —le espetó Anna.
    Piotr se sorprendió: su esposa nunca lo había contradicho.
    —Es demasiado masculina y no se le ven más que brazos, piernas y ojos, pero tendrá una buena dote. Es mejor casarla ahora, marido. Si pierde los encantos que tiene, quizá no la casemos jamás
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Tu hija Olga se casó con catorce años —continuó Anna mientras lo seguía sin aliento.
    Olga había prosperado desde su casamiento. Se había convertido en una gran señora, una matrona gorda que tenía dos hijos. Su marido era uno de los favoritos del gran príncipe.
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