Nos matará a todos —contestó la rusalka con voz suave y sin apartar la mirada de su presa—. Ya ha empezado. Si él sigue así, morirán todos los guardianes del bosque; vendrá la tormenta y la tierra quedará indefensa. ¿Es que no lo has visto? Primero es el miedo, después el fuego y luego las hambrunas. Él les metió el miedo en el cuerpo a los del pueblo; después hubo incendios y ahora el sol lo chamusca todo. Cuando llegue el frío, pasaréis hambre. El rey del invierno está débil y su hermano, cada vez más cerca. Si los guardianes sucumben, vendrá. Y cualquier cosa es mejor que eso. —Le temblaba la voz de la intensa emoción—. Será mejor que me lo lleve ahora.