Catalina Iliescu Gheorghiu

mantis religiosa
nos multiplicamos. recortando mapas de nuestra piel enroscada en los huesos como una vegetación de la antigua mesopotamia en la que los beduinos y los camellos encuentran cobijo. extendemos el desierto hasta los oasis del éufrates. y hasta el tigre. mojamos nuestra esperanza en algún que otro animal cercano que sacrificamos. de su sangre nos confeccionamos precipitaciones. medimos nuestra ira con los labios. cada vez más cerca. cada vez más insistentes. como en las bodas de las monjas nos acoplamos. asegurando la perpetuación de la especie nos devoramos

tengo callo en las plantas de tanto pisar este trampolín que me ha elevado cada vez más bajo hasta que los pétalos y las migas de pan y la sal se han hecho arena de tanto acabar en el fango inquisidor

con muchos pasajeros tristes querida nación rumana a causa del excedente de saliva de la infelicidad o la novedad de ver que siempre será tal como ha sido

un árbol me estira de los cabellos
como a un cielo embarrado con plumas

subo y no sé la razón de una bajada tan profunda

nuevo las falsas batallas
las pasadas causas
las falsas metas
de las viejas contiendas.

de nuevo las falsas batallas
las pasadas causas
las falsas metas
de las viejas contiendas.

la única manera de sobrevivir
no hables con desconocidos
no traigas a tus amigos a casa
no abras la puerta a nadie

y la música de los pueblos del mundo
se alza sobre bloques desbordando las radios

Todas estas heridas mal cerradas.
Todas estas fracturas de huesos mal soldadas.
Todas estas caricias son ahora anestesias que no hacen efecto.