H.S. Valley

Me siento extrañamente atrevido. La privación del sueño y todo eso.

Suspira, da otro paso, tan cerca que puedo ver el color exacto de sus ojos, el gris frío separándose en una colisión de azul y plata con pupilas negras profundas tan anchas. Podría ahogarme en ellos. −Lo que quieras.

Lo atraigo hacia mí y lo sostengo contra mí y nada de eso tiene sentido. Se siente personal pero no lo es, se siente seguro pero no debería, y me siento inconteniblemente feliz por todo eso.

Me he enamorado de él. Justo al borde del acantilado hemos estado caminando todo este tiempo.

Y estoy solo.

Su piel pálida lo delata. La mía nunca lo hace. Gracias, papá, por la melanina. Lástima que te esfumaste y nos dejaste a mamá y a mí solos.

–¿Y tú? –pregunto.

–Dejé caer a mi bebé huevo por una razón. Ahora duermo en paz.

como si fuéramos una familia de pingüinos homosexuales.

pero diablos, ¿cuándo la vida es simple o indolora o no es un completo y absoluto desastre?

Es extraño pensar en cómo un llavero con un delfín de dos dólares puede hacer que mi corazón se me caiga en los calcetines, pero supongo que ese es el peligro de amar a las personas que te abandonan; desarrolla respuestas desproporcionadas a objetos inanimados que alguna vez tocaron.

Lo vi sin camisa una vez, y si no hubiera tenido un fuerte sentimiento de que no era del todo heterosexual, esa habría sido toda la evidencia que necesitaba.