Larry W. Phillips

Mi idea de la escritura se puede resumir en una frase. Uno ha de escribir para los jóvenes de su generación, los críticos de la siguiente, y los maestros de escuela de todas las generaciones posteriores.
Carta a la Asociación de Libreros, 1920

Escribir bien es como nadar bajo el agua y aguantar la respiración.

Da lo mismo que escriba sobre algo que pasó ayer o hace veinte años: tengo que partir de una emoción que sienta vivamente y que comprenda.

Contar las cosas extraordinarias como si fueran normales te introducirá en el arte de la ficción.

No es que Dick vea más cosas que nadie. Sucede, simplemente, que es capaz de describir una mayor proporción de lo que ve.

Nunca se ha escrito una buena biografía de un buen novelista. Es imposible escribirla: un buen novelista es demasiadas personas en una.

La señal de una inteligencia de primer orden es la capacidad de mantener dos ideas opuestas a la vez sin dejar de funcionar.

En cada generación, el artista ha tenido que hacer perdurable su obra afinándola y depurándola sin descanso, no fuera a enredarse en el material periodístico que ha atraído a personas de menor talento.

Entonces intuí por primera vez que era escritor, y eso le hizo caer en mi estimación, por más que me gusten los escritores (y es que, si les preguntas cualquier cosa, suelen tener una respuesta). Un escritor no es exactamente una persona. Cuando tiene talento, es muchas personas que se esfuerzan por ser una sola.

Fue Hugh Walpole quien me hizo empezar a escribir novelas. Un día iba leyendo un libro suyo en un tren de Nueva York a Washington. Cuando llevaba leídas unas cien páginas, me dije que si ese hombre era escritor, yo también podía serlo. Sus libros me parecían infames. Logró, ante todo, que lo insustancial pareciese importante, pero fue un autor muy leído. El caso es que me mantuve en mis trece, y terminé mi primera novela.