Hay aquí una transmisión de promesas y de esperanzas que nos obliga a mantener la dignidad y que da, hasta cierto punto, valor y significado a nuestro destino.
No olvidar a los muertos es, en un sentido más universal, aprender a sentir gratitud hacia ellos y, a través de ellos, hacia la vida. ¿Acaso no nos hemos beneficiado desde nuestra infancia, para poder vivir, de los cuidados y los beneficios de un número insospechado de personas: de nuestros padres, por supuesto,