Cuando Antifonte llegó a ser insuperable en el arte de la persuasión, y fue apodado Néstor[91] porque convencía a la gente, hablara sobre lo que hablara, anunció unas sesiones de alivio del sufrimiento por la palabra, en la seguridad de que no podría hablársele de un dolor tan terrible que él no pudiera expulsarlo de la mente[92