los hombros, las cabelleras, los huesos, los tejidos,
todo flota
sobre ese río de nubes.
El sol entibia
y jugamos a la rayuela del no me importa,
mientras las pieles se sonríen,
se rebelan
pintando nuevas pecas gozosas,
componen la música de susurros y gemidos
y dejan atrás las letanías de las prohibiciones