es

Connie Zweig

  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quotedlast year
    Es más, perfectamente podríamos decir que la negativa del ego a comprender y aceptar la totalidad de nuestra personalidad es más responsable que la misma sombra en la etiología del mal.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quotedlast year
    el hecho de moralizar sobre el mal es, en sí mismo, una forma sutil de sucumbir a él. Si usted está atacando el mal como defensa para no ver su propio Yo está cometiendo el mismo error en que incurrió el Dr. Jekyll.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quotedlast year
    Cuanto más rígido sea su marco psicológico más cosas le parecerán sinestras. Sólo puedo decir que la expresión de la maldad arquetípica es profundamente perturbadora y conmueve a todo el mundo aunque no consigamos encontrar la respuesta adecuada en el momento oportuno. El mundo, por ejemplo, reaccionó muy lentamente ante las atrocidades cometidas por la Alemania nazi.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quotedlast year
    La función que Jung denominaba sensación –la aptitud interna que nos capacita para atribuir valor a algo– puede ayudarnos a establecer claramente la diferencia. Esta función –que opera al margen del ego– nos dice lo que es deseable y lo que no lo es. El ego determina lo que está bien y lo que está mal desde el punto de vista de sus propios intereses. Así, lo que tiende a reafirmar nuestro sistema de defensas egocéntrico es bueno y lo que tiende a refutarle es malo.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quotedlast year
    Los juicios de valor que establece esta función son determinaciones fiables que requieren disponer de una información adecuada sobre lo que está bien y lo que está mal en una determinada situación. Si carece de ella o si sólo opera con información fragmentaria e incompleta la sensación puede llegar perfectamente a conclusiones muy equivocadas.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quotedlast year
    La primera vez que vemos claramente a la sombra nos quedamos espantados. Entonces algunos de nuestros sistemas de defensa egocéntricos pueden saltar en pedazos o disolverse por completo. El resultado puede ser una depresión temporal o un enturbiamiento de la conciencia. Jung equiparaba el proceso de integración –al que llamaba individuación– al proceso alquímico, uno de cuyos estadios, melanosis, implica el ennegrecimiento de todos los componentes alquímicos del crisol. Este estadio, considerado habitualmente por el ser humano como una especie de fracaso, resulta absolutamente esencial y representa, según Jung, el primer contacto con el inconsciente y, por consiguiente, con la sombra.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quotedlast year
    Para profundizar realmente en la sombra es necesario movilizar lo que Jung denominaba Yo –nuestro centro creativo– y cuando ello ocurre la depresión no puede quedar instalada de manera permanente. Después de eso pueden tener lugar numerosos cambios que asumen aspectos notablemente diferentes según el individuo en cuestión. Entonces comienza a emerger lo que Kunkel denominaba el «centro real» de la personalidad y el ego va estableciendo gradualmente una relación más estrecha con ese centro. Entonces es mucho menos probable que la persona se identifique con el mal porque la integración de la sombra siempre corre pareja a la disolución de la falsa persona. Uno se torna mucho más realista porque ve con más claridad la verdad sobre sí mismo y la verdad siempre tiene efectos saludables. No debemos olvidar que la sinceridad constituye la mejor defensa contra el verdadero mal y que dejar de mentirse a uno mismo es el mejor de los amuletos.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quotedlast year
    Lo que distingue al enfoque junguiano de cualquier otra visión psicológica es la idea de que existen dos centros de la personalidad, el ego –que constituye el centro de la conciencia– y el Yo –el centro de la personalidad global (que incluye la conciencia, el inconsciente y el ego). El Yo es, al mismo tiempo, la Totalidad y el centro mientras que el ego es un pequeño círculo excéntrico contenido dentro de la totalidad. También podríamos decir que el ego es el centro menor de la personalidad y que el Yo, en cambio, es su centro mayor.

    En los sueños podemos advertir más claramente esta relación. En nuestra vida vigílica el ego es como el Sol que todo lo ilumina pero que también eclipsa las estrellas. No terminamos de darnos cuenta de que nosotros no somos los creadores de los contenidos del ego consciente sino que éstos surgen de otro lugar sin participación consciente de nuestra parte. El ego prefiere creer que es el artífice de todos nuestros pensamientos pero, aunque no nos percatemos de ello, continuamente nos hallamos bajo la influencia del inconsciente. En nuestros sueños todo cambia con la aparición del ego onírico. Cuando recordamos un sueño automáticamente lo identificamos con el ego onírico, nos referimos a él como «yo» y decimos «tropecé con un oso, luché con él y luego apareció una bailarina», por ejemplo. Pero la diferencia es que el ego onírico sabe cosas que desconoce el ego vigílico. Podemos, por ejemplo, recordar que durante el sueño hemos estado corriendo e ignorar, sin embargo, algo que nuestro ego onírico conoce muy bien: el motivo de nuestra huida.

    Y lo que es más importante todavía, el ego onírico nunca es más significativo que cualquier otra de las imágenes que pueblan nuestro sueño. Cuando el sol se pone se manifiesta un dominio invisible en nuestra vida vigílica, aparecen las estrellas y descubrimos que no somos más que una estrella de entre las muchas que brillan en el estrellado firmamento de nuestra alma.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quotedlast year
    La sombra es siempre un aspecto del ego y sus cualidades pueden haber formado parte de su estructura. También podríamos decir que la sombra es algo así como el hermano –o la hermana– del ego y no necesariamente una figura siniestra. Por último, también es importante recordar que la sombra siempre tiene motivos para hacer lo que hace, motivos relacionado con alguna cualidad reprimida del ego. No es nada habitual que en sueños nos convirtamos en la sombra, es mucho más probable, en cambio, que el ego onírico observe las transformaciones que asume la sombra durante el sueño.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quotedlast year
    En efecto, en el sueño la sombra constituye un sistema energético tan poderoso –al menos– como el ego.
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)