Kate Bolick

Esto también significa que, a pesar de no ser pocas, las solteras se consideran siempre una anomalía, una aberración con respecto al orden social.

¿En qué habría estado yo pensando? Es difícil que no te guste un hombre que ve la belleza de una mujer en su espíritu, no en la perfección de su rostro.

El mayor acontecimiento de todos —un acontecimiento sutil que los dos eran demasiado simples para entender— era que los pies de Louisa se habían adentrado en un camino […] tan recto e inmutable que sólo encontraría freno en la tumba y tan estrecho que no cabía nadie más a su lado.

hombres desean la sensación de poder más que la de libertad. […] Desean a alguien dependiente de ellos más que a un camarada. Mientras puedan ser los amos y señores en un piso de treinta dólares, estarán dispuestos a ser esclavos en el mundo exterior. […

Nadine Gordimer, Edna O’Brien, Annie Proulx

He terminado de leer Según venga el juego de Joan Didion y La casa de la alegría de Edith Wharton

La mujer se llamaba Maeve Brennan. Se acababa de reeditar una versión ampliada de su recopilación de ensayos, Crónicas de Nueva York

la mayoría horribles, pero, incluso en el mejor de los casos, cuando una mujer podía presentarse con sinceridad e inteligencia, sus vivencias iban indisolublemente ligadas a las personas que la rodeaban, como si su historia no existiera aparte de la de ellas. Con los hombres era distinto: sabían presentarse como agentes singulares, incluso como héroes

veía ese riachuelo brotar desde una fuente tan profunda de mi interior que ni siquiera podía ponerle nombre; cuando la corriente salía por mi boca y

veía el aire libre, se transformaba en vapor y desaparecía