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Don Vicente Guimerá

  • Michelle Machas quoted2 years ago
    -Acierta usted, señor profesor, me dijo después de unos instantes de silencio. Es un mundo aparte. Tan ajeno a la tierra como los planetas que acompañan a este globo alrededor del Sol y nadie conocerá jamás los trabajos de los sabios de Saturno o de Júpiter. Sin embargo, ya que acaso ha ligado nuestras vidas, puedo comunicarle el resultado de mis observaciones.
  • Michelle Machas quoted2 years ago
    El Nautilus se mecía en un lecho fosforescente, que en medio de aquella oscuridad parecía más deslumbrante. Lo producían miríadas de animales luminosos, cuyo fulgor se acrecentaba al rozar con el casco metálico. Yo sorprendía entonces unos relámpagos en medio de las capas luminosas, como si fueran coladas de plomo fundido en un horno ardiente, o masas metálicas llevadas hasta el rojo blanco, de tal manera que, por oposición, ciertas porciones luminosas hacían sombra en el medio ígneo, donde toda sombra debía estar desterrada. ¡No, ya no era la irradiación serena de nuestra iluminación habitual! ¡Había allí insólitos vigor y movimiento! ¡Era una luz que parecía viviente!
  • Michelle Machas quoted2 years ago
    Como verdaderos caracoles nos habíamos acostumbrado a nuestro caparazón, y yo os afirmo que resulta muy fácil convertirse en perfecto caracol.
  • Michelle Machas quotedlast year
    -Sí, dije, es un triste oficio, ¡y no sirve más que para la satisfacción de algunos caprichos de la moda! Pero, dígame, capitán, ¿qué cantidad de ostras puede pescar una barca en una jornada?

    -Alrededor de cuarenta o cincuenta mil. Se dice que en 1814 el gobierno inglés, dedicado a la pesca por su propia cuenta, obtuvo que sus buceadores en veinte días de trabajo extrajeran setenta y seis millones de ostras.

    -¿Por lo menos, pregunté, los buceadores serán suficientemente retribuidos?

    -Apenas, señor profesor. En Panamá no ganan más que un dólar por semana. Frecuentemente perciben un centavo por cada ostra que contenga una perla, ¡y son tantas las que no las tienen!

    -¡Un centavo para estas pobres gentes que enriquecen a sus patronos! ¡Es cosa indignante!
  • Michelle Machas quotedlast year
    El capitán Nemo me indicó con la mano este amontonamiento prodigioso de ostras, y comprendí que la mina era verdaderamente inagotable, pues la fuerza creadora de la naturaleza triunfa del instinto destructor del hombre.
  • Michelle Machas quotedlast year
    -¡Ese hindú, señor profesor, es un habitante del país de los oprimidos, y yo pertenezco a él todavía y, hasta mi último suspiro perteneceré al mismo país!
  • Michelle Machas quotedlast year
    Aquí el capitán Nemo venía sin duda a recoger, según sus necesidades, los millones que servían de lastre al Nautilus. Para él, sólo para él, América había entregado sus metales preciosos. ¡Era el heredero directo y único de todos estos tesoros arrancados a los aztecas, a los vencidos de Hernán Cortés!
  • Michelle Machas quotedlast year
    -¿Cómo así, Consejo?
  • Michelle Machas quotedlast year
    En la parte superior de la cabeza desmesurada y en grandes cavidades que separan unos cartílagos, se encuentran trescientos o cuatrocientos kilos del valioso aceite llamado "esperma de ballena".
  • Michelle Machas quotedlast year
    La existencia de esa tierra parecía confirmar las hipótesis de Maury. El ingenioso norteamericano notó, en efecto, que entre el polo sur y el sexagésimo paralelo, el mar se halla cubierto de hielos flotantes, sumamente grandes, que no se ven jamás en el Atlántico norte. De ello sacó en conclusión que el círculo antártico encierra porciones considerables de tierra, ya que los icebergs no se forman en pleno mar, sino sólo en las costas. Según sus cálculos, la masa de hielo que cubre el polo austral constituye un amplio casquete cuya anchura debe de alcanzar a unos cuatro mil kilómetros.
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