«A mi país, mi querida Argentina donde el crisol de razas, la fuerza de los inmigrantes y su lejanía austral hacían de ella, en 1940, el único lugar donde el abanico de posibilidades era tan extenso que incluía amores que estarían prohibidos en cualquier otra parte de este mundo. A mi país, por haberme permitido vivir uno de esos amores».