Hoy ya no existe el comunismo más que en enclaves residuales; sin embargo, para muchos, un nuevo totalitarismo, portador de la misma utopía de llegar a colonizar los cerebros humanos, habría emergido de forma mucho más sutil pero efectiva, y se habría implantado en escuelas y universidades, medios de comunicación, empresas, organismos multinacionales y Estados. Es la dictadura de la corrección política, que dispone de su policía del pensamiento, su neolengua y sus ciudades vidriadas.