artículo tenía infinidad de comentarios. Algunas madres contaban cómo había sido la revelación en carne propia. Otras decían que a ellas sí se lo habían advertido. Lo curioso es que entre la montaña de alusiones al carrusel hormonal, a maridos poco colaboradores, a la necesidad de darnos un tiempo para hacernos a la nueva situación, etc., no había ni una palabra sobre la posibilidad de que un entorno más propicio de cooperación y compañía pudiera mitigar esos sufrimientos, quizá hasta el punto de hacerlos desaparecer.