–¡Vaya! –dijo–. Creer que un Papá Noel existe es como creer que una mula es un caballo.
Esta disputa tenía lugar en la plaza del pequeño juzgado. Le contesté:
–Existe un Papá Noel porque lo que hace es voluntad del Señor, y todo lo que es voluntad del Señor es verdad.
Y, escupiendo en el suelo, Billy Bob se alejó:
–¡Bueno, al parecer, tenemos a otro predicador entre nosotros!