—Tenemos una morena en la fiesta —veo que su sonrisa se acentúa y un piercing en su lengua da un pequeño resplandor al hablar—. ¿Por qué no me había dado cuenta de que tú estabas aquí?
—Igual es porque acabo de llegar.
Vale, igual no era el momento de enseñar mi arma secreta: el sarcasmo.
—Espero que no tengas prisa para irte —me sonríe ampliamente—. ¿Dónde quieres que te firme?
No espera una respuesta. Se inclina hacia delante y me mira, sin ningún tipo de vergüenza, el enorme escote del top sin mangas. Cuando veo que acerca el rotulador, doy un paso atrás.
—En realidad —digo, señalando la barra—. Tengo una amiga que estaría más predispuesta que yo a que le firmaras un autógrafo.
—¿Una amiga? —Kevin ladea la cabeza mirando a Lexi, que se toma su cerveza como si su vida dependiera de ello. Suspira—. Otra rubia. ¿Seguro que no quieres que te firme a ti? Tus tetas son como un lienzo en blanco. Necesitan algo de color.
—Mis tetas están muy acostumbradas a ser un lienzo en blanco, pero muchas gracias.
—¿Estás segura?
—Kev —la voz del guitarrista me sorprende. Parece divertido cuando lo mira—. No seas pesado.
Pero eso no sirve de mucho, porque Kevin se lo toma como un reto y me pasa un brazo por encima de los hombros. Es entonces cuando me doy cuenta de que he espantado a las demás chicas y, ahora, estoy sola con ellos dos.
—No tienes por qué ser tímida —me asegura Kevin, escondiendo el rotulador en el bolsillo delantero una camisa que se habrá puesto antes de venir—. Vamos, puedo enseñarte el hotel.
—¿Eh...?
—¿Te gustan las bañeras de hidromasaje?
—Whoa. Oye, lo siento, pero creo que te estás confundiendo —digo, alejándome—. Solo quería presentarte a mi amiga.
—¿A tu amiga?
—Sí. A la rubia de la barra.
—¿Y no te intereso?
Me encojo de hombros, de pronto algo avergonzada. Él pone mala cara.
Esta vez el guitarrista se ríe abiertamente, ganándose una mirada agria de Kevin. Sin embargo, no deja de sonreír mientras sigue bebiendo su cerveza. Kevin levanta la barbilla y mira a la barra, donde Lexi está tomando su bebida. Después me dedica una sonrisa ladeada y se acerca a ella con decisión. Perfecto.
Misión cumplida.
Genial.
Y, ahora, ¿qué hago yo con mi vida?