clase de creencias generan una vida de frustración.
Cuando crecemos, tenemos tendencia a recrear el ambiente emocional de nuestro hogar de la infancia.
Es algo que no está ni bien ni mal; simplemente, se trata de lo que por dentro sabemos que es un «hogar». También tendemos a recrear la relación que tuvimos con nuestra madre o con nuestro padre, o la que ellos tenían entre sí. Piense con cuánta frecuencia ha tenido una amante o un jefe que era «el retrato» de su madre o de su padre.
Nos tratamos a nosotros mismos tal como nos trataban nuestros padres. Nos regañamos y nos castigamos de la misma manera.
Si escucha, casi podrá oír las palabras. Además nos amamos y nos animamos de la misma forma, si cuando éramos pequeños nos amaban y nos animaban.