PARA CONTENER EL SANGRADO
conviene no subirse a los columpios,
evitar el calor propio,
acercarse al frío ajeno,
dejarse congelar,
hacerse un torniquete en la memoria
y apretar las ganas de gritar.
Conviene no alarmarse,
la sangre es muy escandalosa
y los niños son de goma.