»Muero en la religión católica, apostólica y romana, la de mis padres, aquella en la que crecí y que siempre he profesado. No espero ningún consuelo espiritual; no sé siquiera si todavía existen sacerdotes de esta religión, y además el lugar en el que estoy los expondría a demasiados peligros, aunque entraran en él sólo una vez: por tanto, pido perdón a Dios sinceramente por todas las culpas que pueda haber cometido en mi vida.