¿Te sucede que estás en necesidad, pides a Dios, y no recibes? Recuerda que Dios es el Dueño y que él provee. Reconoce su señorío en tu vida, somete a él tus finanzas y él proveerá. Así lo prometió. “Ha dado alimento a los que le temen; para siempre se acordará de su pacto” (Sal. 111:5).