Un día me di perfecta cuenta de que cuanto más empujaba el río (iba contracorriente), más me costaba obtener algo, y concluí que, si tanto me costaba, sería porque no era lo adecuado para mí, ya que cuando lo era, las cosas parecían fluir y todo iba sobre ruedas. Así que cada vez que algo se me pone cuesta arriba, puede que esté «forzando el río»