Desde entonces, me propuse contribuir a la interpretación de la experiencia histórica de la dictadura, enfocando mis preguntas éticas, políticas y epistemológicas precisamente en el problema de su legado o herencia, de lo que quedó de la dictadura, manifiesto o latente, en las memorias, las imágenes, las leyes, las palabras y las cosas. Me pareció necesario pensar un legado contra el legado, una escritura que fuera antídoto contra la toxicidad del fármaco neoliberal y su compuesto dictatorial.