Isabel-Clara Lorda Vidal

el símbolo de que siempre habrá guerra y resistencia

que la ciudad quiere decirte algo por última vez: que también en los cuentos llega la medianoche.

Hace un tiempo de murciélagos; cuando empieza a llover, todo el mundo abre su paraguas y se transforma en murciélago

El lugar se llamaba antes Punta del Sale, debido a los numerosos depósitos de sal que hay en el Zattere. Y j

usto enfrente, en la pequeña isla ahora dominada por la potencia neoclásica de San Giorgio Maggiore, había una abadía benedictina que, si Petrarca y Boccaccio estuvieran ahora aquí, a mi lado, habría desaparecido de forma extraña. Palladio, dime, ¿cómo se lo explicaría yo a ellos? La nostalgia de la pureza de líneas de la Roma precristiana levantó estos enormes templos triunfalistas sobre su humilde abadía de 982, probablemente prerromana y de ladrillo;

y unos doscientos metros más allá esa misma nostalgia pagana

con aspecto de pasado imaginable y, a la vez, de futuro inconcebible

Pero estos vuelven a ser los sueños del anacronismo, y esta vez son sueños prohibidos

tu trayecto por Ovidio, Hesíodo, el Antiguo y el Nuevo Testamento

el Antiguo y el Nuevo Testamento, de que te persiguen las vidas de santos, la iconografía cristiana y pagana