¿Y si tal vez no haya que borrar inmediatamente Gaza del mapa? No llevar a cabo una invasión terrestre, ni siquiera atacar desde el aire. No desplegar fuerzas, no destruir, no vengarse. Tal vez haya que admitir el gran golpe que hemos recibido, la enormidad del dolor, aceptar la derrota y no tratar de borrarla enseguida con una acción que en apariencia puede ser una victoria, aunque en realidad no es más que una concatenación del sufrimiento para que se traspase a otro lugar, a los habitantes de Gaza, y con ello, en realidad, se volverá eterno, pues es obvio que de una Gaza devastada y hambrienta regresará a nosotros ese sufrimiento, agigantado. Y eso ocurrirá dentro de un año, de dos o de cinco.